De la condicion, trato, traje, comida, officio, vicio y pestilencia pegajosa de los moriscos… Aznar Cardona

AZNAR CARDONA- Aragón Siglo XVII
DE LA CONDICION, TRATO, TRAJE, COMIDA, OFFICIO, V1CIO Y PESTILENCIA. PEGAJOSA DE LOS MORISCOS (FOLS. 32-36R.)

Dicha su naturaleza, su ley, y tiempo della, y su secta, réstanos dezir aora, quienes fuessen por condición y trato. En este particular eran una gente vilissima, descuydada, enemiga de las letras y ciencias ilustres, compañeras de la virtud, y por consiguiente agena de todo trato urbano, cortés y po­ lítico. Criavan sus hijos cerriles como bestias, sin enseñança racional y doctrina de salud, excepto la forçosa, que por razon de ser baptizados eran compellidos por los superiores a que acudiessen a ella.

Aznar Cardona … Expulsión…


Eran torpes en sus razones, bestiales en su discurso, bárbaros en su lenguaje, ridículos en su traje, yendo vestidos por la mayor parte, con gregüesquillos ligeros de lienço, o de otra cosa valadí, al modo de marineros, y con ropillas de poco valor, y mal compuestos adrede, y las mugeres de la misma suerte, con un corpezito de color, y una saya sola, de forraje amarillo, verde, o azul, andando en todos tiempos ligeras y desembaraçadas, con poca ropa, casi en camissa, pero muy peynadas las jovenes, lavadas y limpias. Eran brutos en sus comidas, comiendo siempre en tierra (como quienes eran) sin mesa, sin otro aparejo que oliesse a personas, durmiendo de la misma manera, en el suelo, en transpontines, almadravas que ellos dezían, en los escaños de sus cozinas, o aposentillos cerca de ellas, para estar mas promptos a sus torpezas, y a levantar a çahorar y refocilarse todas las oras que se despertavan. Comían cosas viles (que hasta en esto han padecido en esta vida por juizio del cielo) como son fresas de diversas harinas de legumbres, lentejas, panizo, habas, mijo, y pan de lo mismo. Con este pan los que podían, juntavan, pasas, higos, miel, arrope, leche y frutas a su tiempo, como son melones, aunque fuessen verdes y no mayores que el puño, pepinos, duraznos y otras qualesquiera, por mal sazonadas que estuviesen, solo fuesse fruta, tras la qual bebian los ayres y no dexavan barda de huerto a vida: y como se mantenian todo el año de diversidad de frutas, verdes y secas, guardadas hasta casi podridas, y de pan y de agua sola, porque ni bebian vino ni compravan carne ni cosa de caças muertas por perros, o en lazos, o con escopetas o redes, ni las comian, sino que ellos las matassen segun el rito de su Mahoma, por esso gastavan poco, assi en el comer como en el vestir, aunque tenían harto que pagar, de tributos a los Señores. A las dichas caças y carnes, muertas no segun su rito, las llamavan en arábigo halgharaham (haram), esto es, malditas y prohibidas. Si les arguyen, que porque no bebian vino ni comían tocino? Respondían, que no todas las condiciones gustavan de un mismo comer, ni todos los estómagos llevaban bien una misma comida, y con esto disimulavan la observancia de su secta por la qual lo hazían, como se lo dixe a luan de luana Morisco, tenido por alfaquí de Epila, el qual como dando pelillo, y señalando que los echavan sin causa, me dixo, no nos echen de España, que ya comeremos tocino y beberemos vino: A quien respondí: el no beber vino, ni comer tocino, no os echa de España, sino el no comello por observancia de vuestra maldita secta. Esto es heregia y os condena y sois un gran perro, que si lo hizierades por amor de la virtud de la abstinencia fuera loable; como se alaba en algunos Santos, pero hazeyslo por vuestro Mahoma, como lo sabemos, y os vemos maltratar por extremo a vuestros propios hijos, de menor edad, quando os consta que en alguna casa de christianos viejos, les dieron algún bocadillo de tocino y lo comieron por no ser aun capaces de vuestra malicia. Pregunto, lo que el niño comió, daos pena a vos en el estómago? No. Pues por que hazeys tan estraños sentimientos publicos si un niño de quatro hasta cinco años de los vuestros, come un bocado de tocino? Creedme, que se cubre mal, la mona con la cola. Eran muy amigos de burlerías, cuentos, berlandinas y sobre todo amicissimos (y assí tenian comunmente gaytas, sonajas, adufes) de baylas, danças, solazes, cantarzillos, alvadas, passeos de huertas y fuentes, y de todos los entretenimientos bestiales en que con descompuesto bullicio y gritería, suelen yr los moços villanos vozinglando por las calles. Vanagloriarvanse de baylones, jugadores de pelota y de la estornija, tiradores de bola y del canto, y corredores de toros, y de otros hechos semejantes de gañanes. Eran dados a officios de poco trabajo, texedores, sastres, sogueros, esparteñeros, olleros, çapateros, albeytares, colchoneros, hortelanos, recueros, y revendedores de azeyte, pescado, miel, pasas, açucar, lienços, huevos, gallinas, gapatillos y cosa de lana para los niños; y al fin tenían oficios que pedían asistencia en casa y davan lugar para yr discurriendo por los lugares y registrando cuanto passava de paz y de guerra, por lo qual se estavan ordinariamente ociosos, vagabundos, echados al sol el invierno con su botija al lado, y en sus porches el verano, sacadas las pocas horas que trabajavan con grande ahinco en sus officios, o en sus huertas, por la codicia entrañable de coger frutas, hortalizas y legumbres: pero pocos y bien pocos dellos tenían oficios que tratasen en metal, o en yerro, o en piedras ni maderos, excepto que tenían algunos herradores procurados para su comun, por el grande amor que tenían a sus respectados machos, y por huyr de tener contratación con los Christianos por el odio que nos tenían. En el menester de las armas, eran visoñísimos, parte porque avia años que les estavan vedadas y el poco uso inhabilita, segun Ovidio… parte porque eran cobardes y afferninados, como lo pedía el flaco empleo de su vida y el affeminado modo de criarse, y como dizen de los malos que siempre andan agavillados temblando de temor sin fundamento (Quia fugit impius nemine persequente). Assí estos pusilánimes nunca andavan solos por los caminos ni por los términos de sus propios lugares, sino a camaradas. Sus altercaciones aunque fuessen de cosa momentánea, las ventilavan siempre a gritos y a vozes desmesuradas, como les ordena su pleytista Mahoma. Eran entregadísimos sobremanera al vicio de la carne, de modo que sus platicas assi dellos como dellas y sus conversaciones y pensamientos y todas sus intelligencias, y diligencias, era tratar desso, no guardándose lealtad unos a otros, ni respetando parientes a parientes, sino llevándolo todo tan a rienda suelta y tan sin miramiento a la ley natural y divina, que no avia remedio con ellos como dicho queda en el capítulo de la pluralidad de las mugeres. De aquí nacieron muchos males y perseverancias largas de pecados en christianos viejos, y muchos dolores de cabeça y pesadumbres para sus mugeres, por ver a sus maridos o hermanos, o deudos ciegamente amigados con moriscas desalmadas que lo tenían por lícito, y assi no las inquietava el gusano de la conciencia gruñidora.

Aparecen también en la obra de Aznar algunos de los más generalizados argumentos acerca de la peligrosidad morisca. En primer lugar, la fecundidad de este grupo, concebida como un arma en contra de la sociedad cristiana vieja, diezmada por el celibato religioso y las empresas del Imperio:

Casavan sus hijos de muy tierna edad, pareciéndoles que era sobrado tener la hembra onze años y el varón doze, para casarse. Entre ellos no se fatigavan mucho de la dote, porque comunmente (excepto los ricos) con una cama de ropa, y diez libras de dinero se tenían por muy contentos y prósperos. Su intento era crecer y multiplicarse en número como las malas hierbas, y verdaderamente, que se avian dado tan buena mafia en España que ya no cabian en sus barrios ni lugares, antes ocupavan lo restante y lo contaminavan todo, deseosos de ver cumplido un romance suyo que les oy cantar con que pedían su multiplicación a Mahoma, que les diesse.

Tanto de moro y morica

Como mimbres en mimbrera

y juncos en la Junquera.

(Publicado en Webislam)

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