ROMÁN RAMÍREZ – Morisco y Juglar
- 19
- Feb
El 30 de abril de 1599 el alcalde mayor de Arcos, Juan de Barrionuevo, familiar del Santo Oficio, prendió a Román Ramírez, morisco de la vecina villa de Deza, de 60 años de edad «poco más o menos», por orden de los inquisidores Francisco de Arganda y Pedro Cifontes de Loarte. Una semana después, el 7 de mayo, lo entregó al
alcaide de las cárceles secretas de la Inquisición de Cuenca. A los cinco meses, gravemente enfermo del pecho, fue trasladado al Hospital de Santiago de la misma ciudad, donde murió dos meses más tarde, el 8 de diciembre de 1599. Al dar noticia de su muerte al inquisidor Cifontes de Loarte, el mayordomo del hospital recuerda que,
«como vuestra merced me tiene mandado, no le enterraré en sagrado ni con solemnidad ninguna»……….
En esto paran siempre los tesoros del diablo, y bien lo experimentó por su desgracia otro nigromante morisco, Román Ramírez, de la villa de Deza, héroe de una comedia de don Juan Ruiz de Alarcón, Quien mal anda en mal acaba , y de quien hay, además, larga noticia en las Disquisiciones Mágicas del Padre Martín del Río. El susodicho Ramírez había hecho pacto con el dominio, entregándole su alma, a condición de que le ayudara y favoreciera en todas sus empresas, y le diese conocimiento de yerbas, piedras y ensalmos para curar todo linaje de enfermedades, y mucha erudición sagrada y profana, hasta el punto de recitar de memoria libros enteros. Viajaba a caballo por los aires. Restituyó a un marido, por medios sobrenaturales, su mujer, que los diablos habían arrebatado. Ejercitaba indistintamente su ciencia en maleficiar y en curar el maleficio, hasta que sus jactancias imprudentes descubrieron el juego, y la Inquisición de Toledo le prendió y castigó en 1600.
MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS1
LA LICENCIA DE IMPRESIÓN DE DON CRISTALIÁN DE
ESPAÑA, DE BEATRIZ BERNAL (S. XV-XVI)
…………………
De finales del siglo XVI se conserva un proceso inquisitorial en el que el acusado, el juglar morisco de libros de caballerías castellanos Román Ramírez, vecino de Deza y nieto del herbolario y médico Juan de Luna, declaró que, sin drogarse, recitaba de memoria en fiestas y “saraos de damas” capítulos enteros de Don Cristalián de España: “lo que pasa es que este confesante tomaba en la memoria cuantos libros y capítulos tenía el libro de Don Cristalián y la sustancia de las aventuras y los nombres de las ciudades, reinos, caballeros y princesas que en dichos libros se contenían, y eso lo encomendaba muy bien a la memoria; y después, cuando lo recitaba, alargaba y acortaba en las raçones quanto quería, teniendo siempre cuidado de concluir con la sustancia de las aventuras, de suerte que a todos los que le oían recitar les parecía que iba muy puntual y que no alteraba en nada de las razones y lenguaje de los mesmos libros… […] E luego recitó de memoria el capítulo primero del segundo libro de Don Cristalián, y el capítulo segundo, refiriendo unas batallas y pareció ser cuentos de caballerías; y dixo el dicho Román Ramírez que pudiera alargar aquellas batallas y el cuento d’ellas cuatro horas y que era más la traza e inventiva que este confesante tenía que no lo que sabe de memoria de los dichos libros; y que su señoría podía hacer la experiencia,
mandando traer el dicho libro de Don Cristalián y viendo por él lo que éste recita de memoria y que así hallaría su señoría que este confesante dice la sustancia de las aventuras, y añade y quita razones como le parece.”